domingo, 23 de febrero de 2014

El transporte público, la última frontera…




Centrándonos en ese método de desplazamiento utilizado por millones de personas diariamente, en grandes ciudades, en este caso el metro es básico y necesario (y con suerte hasta rápido).

Hablando del metro, me veo obligado a repasar esos millones de usuarios que cogen casi obligados diariamente este transporte. Esas personas que involuntariamente y accidentalmente se convierten en compañer@s de viaje.

Unos viajes que si no fuera por infinitos motivos, nos los podríamos ahorrar. Y por ahorrarse me refiero a todos aquellos momentos que no queremos compartir y que sin embargo por causa del azar y/o del destino, nos vemos obligados a compartir y entre compartir anda la cosa.

No se quien, ni como es el descarado que se atrevió a diseñar semejantes asientos que encontramos en el metro de Barcelona. No creo que sea el único al que le haya pasado, ni creo que sea el único que lo haya pensado y es que esos asientos no son para personas normales son como mucho para playmobils micromachines o en su defecto legos.

Unos asientos preparados para cuatro personas, que en lugar de ir cómodamente sentados (ya no digo anchos), parece que vayamos embutidos. Como si esos pasajeros se conocieran de toda la vida, nuestro metro, permite compartir espacios vitales con diferentes personas de varios tamaños, medidas y olores (especialmente esta última).

No os perdáis esos largos viajes de la línea roja de bellvitge a fondo donde podréis disfrutar de que un desconocido te embuta/chafe/restriegue cual lomo en un asiento del que si tienes suerte podrás escapar en tu parada. Este es el principal motivo por el que en nuestro maravilloso metro no se usan cinturones, disponemos del roce ajeno, de ese calor corporal y de esa presión como medida de seguridad delante de frenazos imprevistos. Se acabó el salir volando frente a paradas en seco (de conductores que se pasan la parada) o el agarrarse a las barras, ¡siéntese y embutase! ¡su país lo necesita!.

Como podemos ver nuestro metro además de los precios tiene un gran reclamo y un buen eslogan publicitario: “siéntase(o siéntese) como un lomo embutido”. Porque nuestro metro ya no solo vende viajes, si no también experiencias. Dentro de poco podremos comprar junto a la T-10, box experience por un módico precio.

Pero estas no son las únicas ventajas que tiene utilizar los asientos del metro. Con un poco de suerte tendréis el lujo de ser embutidos por dos personas (por el mismo precio) si os sentáis en cualquiera de los dos asientos del medio.

¿Pero que pasa si os sentáis en uno de los laterales? Aquí la experiencia mejora. Los laterales tienen un doble juego muy interesante, por un lado podrán chafarte tranquilamente invadiendo tu espacio vital (viene incluido en todos los packs), pero en el otro lado el que da a la puerta del metro (y solo si tenéis suerte), podréis disfrutar del culo de un amable pasajero rozándoos quizás el hombro o la cara. Quien sabe!

Con esto solo os animo a seguir cogiendo el metro y disfrutando de esos momentos de intimidad con desconocidos. Porque no se os ocurra coger el coche, disfrutareis de una cómoda intimidad pero….

Podeis seguirme en twitter @daniel09gimenez

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